Dioses de una selva contemporánea: 
Ernesto García de León.

Imaginemos por un instante un mundo sin música. imposible. Se encuentra hasta en las mínimas cosas, las invisibles y cotidianas formas de la naturaleza, la ciudad, la selva. de pronto, surge alguien que convierte el mundo en una singular mezcla de melancolía, gozo y la evocación de una tenue alegría. Si la música corresponde al pensamiento, Ernesto García de León es un filósofo de la materia primordial de que se compone el mundo: el sonido. Filosofía que toca muy de cerca a los invisibles dioses de nuestro tiempo: los suaves dioses de la tristeza, pero no la tristeza del desasosiego, sino la tristeza que posee al artista: creadora, inmensa, transparente; los dioses que contienen en un hilo nuestro presente, y determinan de alguna manera nuestra existencia futura. La música de Ernesto García de León - interpretación del espacio personal e intensamente sensible que lo abraza - nos trae la selva a la ciudad y nos lleva, minimalista involuntario, a lugares desconocidos, remotos, que de alguna manera se vuelven cercanos, infinitos, felices en su posibilidad: ¿Acaso no es ésta la función del arte: presentar lo inexistente como permisible, dejarnos una huella indeleble para no ser nunca más los mismos?¿Qué nos puede salvar en este tiempo tan urgente, incierto, apresurado, sino la música? Aquella que logre elevarnos a la suspensión del espacio y del instante, fugaz quizá, pero donde nada nos puede tocar. Nada que nos haga ser vulnerables, frágiles en el inconmensurable instante en que se es, en que se interpreta, en que se recrea la casa, el pueblo, la ciudad, el país entero, el mundo. Y resulta esta apreciación irrepetible de jungla y placer del vivir mezclados en cadencias y armonías salvajes, marítimas. Contrapuntos del espíritu del mar, intimidades de laguna y manglares.

                                                                                                                                                 Brenda Ríos.(Estas notas surgen a partir de un concierto que ofreció el Dúo García de León-Mariña, el 09 de noviembre del 2003, en el Museo Nacional de Arte, en la Ciudad de México, donde se interpretó únicamente música de Ernesto García de León. Sentí de alguna manera que tenía que decir algo, y esto fue lo que surgió como correspondencia).